Hogar Santa María Madre del Pueblo 1-11-14

La Parroquia Santa María Madre del Pueblo se encuentra ubicada en la Villa del Bajo Flores, conocida también como la Villa 1-11-14. Este barrio cuenta con una población que supera las 40.000 personas. La Villa está formada por gente que ha llegado del interior del país o de países vecinos – Bolivia, Paraguay, Perú-; aunque como es un barrio de muchos años, muchos han nacido y se han criado aquí.

Si bien la inmensa mayoría de los vecinos del barrio quieren una vida más digna para su familia y los anima un profundo deseo de progresar, hay en nuestra zona una evidente desigualdad de oportunidades con respecto a otros barrios de la Ciudad de Buenos Aires. Y esto se acentúa entre los jóvenes. Muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de nuestros barrios no viven sino que sobreviven y muchas veces la oferta de la droga les llega antes que un ambiente dichoso y sano para jugar, llega antes que la escuela, o llega antes que un lugar para aprender un oficio y poder tener un trabajo digno. Se acortan así las posibilidades de darle un sentido positivo a la vida.

Constatamos dolorosamente que la vida del barrio del Bajo Flores es flagelada duramente por la droga, en especial por el paco. Como bien sabemos “El paco denuncia la miseria de las grandes periferias urbanas… lo más terrible es que hace explotar la marginalidad. El paco es un rostro nuevo de la exclusión, más sangriento. Entender esto es el principio de la solución.”[1]

 Detrás de la mayoría de los jóvenes adictos de nuestro barrio,  hay una familia marginada que nos pone frente al problema en su verdadera dimensión: generaciones vapuleadas, alcoholismo, ausencias, codependencia, falta de acceso a la educación, pobreza, violencia, falta de salud, de trabajo,  etc.

En nuestros jóvenes, el paco, hizo explotar la marginalidad mostrando su rostro más crudo: aislamiento, puertas cerradas, no lugar. No lugar en la familia -rebalsada de problemas-, no lugar en la escuela -falta de vacantes, falta de contención- , no lugar en el barrio, no lugar en el mundo del trabajo –falta de DNI, falta de capacitación adecuada-, no lugar en su patria.

Frente a los nuevos desafíos que nos plantea el paco, con un espíritu de búsqueda, vamos haciendo camino, sabiendo que estamos frente a un fenómeno tremendo y nuevo. La novedad reside sobretodo en que recién se está tomando conciencia del real impacto de este flagelo.

Se va generando una mística en el barrio, una conciencia en la comunidad, un compromiso de equipo en el que se involucra mucha gente para darle lucha a este problema.

Lejos de ser un número, un legajo, una beca que no se sabe de donde viene ni a donde va, el centro barrial busca acompañar toda la vida del joven poniendo el acento en sacar de la marginalidad, y no solo en que  salga de su adicción. Una vez que empieza en el Hogar de Cristo se acompaña a su familia, a sus hijos, su salud, su trabajo, su vivienda, su proyecto de vida. Un acompañamiento personalizado, sin tiempo de término en donde se va tejiendo una recuperación única e irrepetible, como un saco hecho a medida.

En el Centro Barrial se va gestando una estructura que busca no dejarlos caer nuevamente en la exclusión, según el espíritu de la frase del evangelio: “que nadie se pierda”.

  El Centro Barrial, permite acompañar a los jóvenes allí donde estén: articulando con las Comunidades Terapéuticas, las Defensorías, los Institutos, los Hospitales, los Organismos del Estado. Todos vislumbran una parte del proceso, un fragmento de la historia, pero las personas que trabajan en el Hogar de Cristo están más cerca de la realidad de la vida cotidiana del joven y pueden ayudar a visualizar la totalidad de la persona, articulando y  unificando.

El camino es ir gestando una Familia Grande, ir abriendo puertas que nunca se abrieron, ir haciendo el lugar que la sociedad nunca dio, y dar paso a la esperanza.  Mientras el paco margina,la Familia Grandeincluye.  

La mayoría de las jóvenes y los jóvenes que han pasado por el infierno del paco nunca estuvieron insertados en la sociedad, sino que su vida se fue gestando desde la exclusión.

En las periferias de la villa existe una fuerte presencia de “ranchadas”: “la 14”, Charrúa, Varela, Bonorino, Rivadavia I, Castañares, Cobo, entre otras. Ellas, son lugares en donde se encuentran alrededor de 250 niños y jóvenes en situación de pasillo, en algunos casos familias enteras.

La presencia de la Iglesia en la villa se dio en la gesta misma del barrio, viviendo y trabajando en dar respuesta a distintas épocas y desafíos desde hace 50 años. Esto nos da la posibilidad de acompañar desde dentro éstos lugares de marginalidad y violencia (ranchadas), que desde fuera parecerían focos imposibles de penetrar. A su vez es importante visualizar, que las ranchadas son lugares en donde la vida se lucha desde su nacimiento hasta su muerte, aquí se da: situación de pasillo y embarazo, situación de pasillo y tuberculosis, situación de pasillo e internación para salir adelante, situación de pasillo y “rastreo”, situación de pasillo y muerte. El salir al encuentro de las ranchadas es encontrarse con la vida como viene, vida de carne y hueso, vida con nombre y apellido, con historias de dolor y sueños, en donde se ama, se sufre, se siente, se vive. El Hogar acompaña la vida.

La vocación al servicio a los más pobres es determinante en las personas que conforman el equipo del Hogar. Durante el día, desde muy temprano desayunan, se bañan, se les da ropa, almuerzan, se los cura, se los escucha y al terminar el día algunos duermen en la Parroquia. Desde la pedagogía de la presencia, se acompaña “el camino de hormiga, de pequeñas nadas” que van gestando un cambio enorme en la vida de las personas que acompañamos hasta llegar al Hogar de Cristo[2].  El equipo del Hogar sigue el camino de: la paciencia, el poner limites desde el cariño,  hacerse muy amigo del tiempo, la delicadeza, el recibir con alegría o con alguna broma, el consolar y estar en algún momento duro, la fidelidad, la perseverancia, etc.

 Los desafíos que plantea la situación de consumo en pasillo son dimensiones a registrar en cuanto al impacto social que tiene este trabajo en niveles en donde sólo el Hogar puede llegar. Nos remitimos únicamente a enumerar algunos sin entrar en ellos, ya que nos abren a una realidad muy complejo que sería muy extensa de tratar.

Situación de consumo en Pasillo y TBC:

Un muchacho que tiene TBC y no toma la medicación, consumiendo en pasillo esta contagiando permanentemente toda la ranchada. A su vez, a causa de su adicción, no puede sostener una internación en el hospital Muñiz, por lo tanto se le lleva la medicación al lugar del consumo, se le explica, se le acompaña.

Situación de consumo en Pasillo y HIV:

Algo similar al TBC se da en el acompañamiento a personas con HIV respecto a la medicación y al cuidado.

Situación de consumo en pasillo y embarazos:

Una chica que esta embarazada consumiendo, se la acompaña de manera especial y se va haciendo un camino buscando la intervención en el momento apropiado que se va preparando día a día durante un camino largo, se le saca turno para los controles, se le lleva, etc.

Situación de consumo en pasillo y enfermedades psiquiátricas:

También podríamos hablar de personas con problemas psiquiátricos que acompañadas desde el Hogar retoman sus tratamientos en el Hospital Borda, Moyano, Tobar García.

Situación de consumo en pasillo y rastreo violento

Un muchacho que esta consumiendo en pasillo probablemente este “rastreando” (robar) durante todo el día de forma muy violenta a causa de la situación desesperante en que se encuentra por consumir constantemente. Al empezar un camino de recuperación va dejando de consumir y por tanto dejando de “rastrear”.

Situación de consumo en pasillo y venta de droga

Un muchacho en situación de pasillo llega a consumir trescientos o cuatrocientos pesos por día. Esta realidad, potenciada en 250 personas aumenta el negocio de la venta de droga proporcionando dinero fácil. La recuperación “indirectamente” toca el tema de la venta de droga.

Situación de consumo en pasillo y explotación sexual

La mayor cantidad de chicas y jóvenes que se encuentran consumiendo en situación de pasillo se prestan a explotación sexual a cambio del consumo.

Situación de pasillo y venta o abandono de bebes

             Muchas adolescentes y jóvenes que tienen sus hijos en situación de pasillo abandonan a sus hijos o incluso llegan a canjearlo por droga.

 

          Planteada la realidad del acompañamiento de personas consumiendo en situación de pasillo y sus dificultades, también debemos decir que algunas personas por medio del Hogar van saliendo de esta situación y empiezan a transitar un camino de recuperación desde el Hogar de Cristo. Dichos Hogares si bien son instancias distintas, trabajan en articulación permanente.

          El ver que hay personas muy queridas para nosotros, que van saliendo de este infierno nos da esperanza y nos llena de fuerza, de responsabilidad y de pasión sabiendo que es mucho lo que tenemos para dar frente a este desafío.



[1] “El desafío del paco”. Equipo de sacerdotes para las Villas.  24 de junio de 2010.

[2] Anexo. Hogar de Cristo Don Bosco-

← Atrás